Teatro: Sabados 21 hs. Espacio Urbano
Acevedo 460. CABA. 4854-2257
Reservas: bypassteatro@gmail.com

miércoles, 28 de octubre de 2009

BYPASS POR LA VORÁGINE!

REVISTA LA VORÁGINE DICE:

Bypass, de Jimena Repetto. La historia son los personajes

por Florencia Escudero

Ficha técnica
Dramaturgia: Jimena Repetto
Actúan: Natalia Avila, Andrés García Dietze, Maria Soledad Manes, Celeste Morchio, Juan Santiago Privitera, Julieta Sánchez
Vestuario: Sol Ruiz Luparia
Escenografía: Santiago Ligier, Norberto Pacciani
Diseño de luces: Benjamín Delgado
Video: Melisa Brito Aller, Lisandro Cívit
Fotografía: Melisa Brito Aller, Lisandro Cívit
Asistencia de dirección: Ariana Pérez Artaso
Dirección: Melisa Freund, Jimena Repetto

En el blog dedicado a la obra hay una dedicatoria: “Bypass está dedicado a quienes quisimos, y, por propiedad transitiva, nos quisieron también”. Parece una simple historia de amores cruzados, pero no lo es. Es mucho más que eso.
Socorro (Julieta Sánchez) y Tincho (Andrés García Dietze) se conocen desde el viaje de egresados, están de novios hace once años, y se van a casar. Se aman, hacen linda pareja, se respetan, todo es perfecto. Sin embargo, en su despedida de soltera, Socorro descubre la pasión pura escondida en un poema de Alfonsina Storni... y su destino asegurado junto a Tincho de repente le parece gris y aburrido.
En esta obra, la historia no la hacen los personajes. No se le presenta al espectador una secuencia de acontecimientos masticada con introducción, nudo y desenlace, en la que se van encadenando los hechos que conforman la trama. En esta obra, la historia está dentro de los personajes, vive en sus recuerdos y en su inconsciente.
El personaje dramáticamente más logrado es Clara, médica residente y ex “Miss Bariloche 97”, interpretada por Celeste Morchio. Clara se enamoró de Tincho en el viaje de egresados, pero Socorro lo conquistó poniendo en práctica su curso de primeros auxilios. A partir de ese momento, la vida de Clara giró en torno a Tincho: se puso de novia con uno de sus compañeros de fútbol para tenerlo cerca y estudió medicina (a pesar de tenerle pánico a la sangre) “para poder curarlo si alguna vez le pasaba algo”. En Clara hay una mezcla de matices; uno no sabe si compadecerla, tratarla de loca, tenerle miedo o reírse de ella. Al mismo tiempo, establece un vinculo de simpatía con el público (femenino especialmente), porque representa a la mujer que basó toda su vida en la posible aceptación de un amor no correspondido. En ella reside, principalmente, el slogan de la obra: “Que las cosas sean como siempre debieron ser”.
Rochi (Natalia Ávila), es el prototipo de mujer linda, extrovertida y seductora; pero inmadura, inestable y frívola. Todo el mundo tiene una amiga, una hermana, una prima o una conocida como Rochi. Su problema es que “tiene las expectativas demasiado altas”, y por eso no puede encontrar al hombre indicado para mantener una relación seria. Es interesante la forma un tanto ingenua que Ávila elije para encarnar este personaje: no asume la totalidad del papel de mujer fría y calculadora, sino que lo equilibra con una faceta sensible, comprensiva y necesitada de amor.
Flavia (María Soledad Manes) es otro personaje que sorprende. Por fuera es una bibliotecaria bastante aburrida, pero a lo largo de la obra se posiciona como la más fogosa, apasionada y espontánea de las cuatro amigas. Mientras que las otras tres protagonistas femeninas dudan, se cuestionan y se engañan con todo lo que tiene que ver con el amor, Flavia conoce al hombre de su vida y sin pensarlo dos veces le pide que se case con ella. Mientras sus amigas acatan los consejos sexuales que publica la Cosmopolitan; Flavia se reinventa en cada recitación poética. Mientras que sus amigas no saben canalizar sus deseos; Flavia está muy segura de lo que quiere. Es un personaje bastante esférico y difícil de interpretar, pero Manes lo hace a la perfección, asimilando hasta en el más mínimo detalle la personalidad de Flavia.
Socorro es la que más se ve influenciada por esta pasión que exuda Flavia. La escucha recitar “Serpentina”, de Alfonsina Storni, y algo parece desbordar adentro suyo: hace once años que está con el mismo hombre y nunca había sentido algo tan fuerte y tan profundo como lo que sintió al escuchar ese poema. Al principio de la reunión no se le hubiese cruzado por la cabeza engañar a Tincho con el stripper, pero después del poema las dudas la envuelven, desordenadas, borrachas, torpes.
Tincho también escondía una pasión incontrolable, pero el objeto de esa pasión no era Socorro sino Augusto Lautaro (Juan Santiago Privitera), el stripper. Ambas caracterizaciones están muy bien logradas; consiguen llegar al público desde la comicidad. Tincho es el típico chico de barrio, futbolero, abogado, que se va a casar con su novia del colegio y entierra el único móvil de su vida (que era llegar a ser profesional y jugar en Moscú) para sumirse en la más serena mediocridad junto a Socorro. Su vía de escape evidentemente es la homosexualidad, y el objeto de su deseo, Augusto Lautaro. Tincho se descubre como hombre apasionado al lado de Augusto, pero le resulta imposible salirse de la vida que ya tenía asegurada junto a Socorro.
Augusto Lautaro es mucho más auténtico y liberal que Tincho, pero no puede forzarlo a abandonar a su novia. Por lo tanto, él también se ve obligado a postergar su deseo. Aparece en el inconsciente de Tincho envuelto en una especie de vestido de novia que a su vez es un uniforme de fútbol, siempre moviéndose como un stripper al ritmo (o no) de la música. La versatilidad de Privitera sobre el escenario es uno de los puntos fuertes de la obra.
La escena final condensa todas las personalidades, agrupándolas en un solo murmullo polifónico. Todos los personajes tienen algo que contar, algo que marcó su vida, algo que dejaron atrás, algo de lo que se arrepienten y algo que ocultan. No son meros agentes que ayudan a la construcción de una historia, son los pilotes sobre los que se estructura la trama entera.
En el plano escenográfico cabe destacar la perfecta sincronía con la que encajan todos los elementos presentados. La música se adapta a los parlamentos con tanta coherencia que parece que la obra fue adaptada a las melodías, y no al revés. El vestuario diseñado por Sol Ruiz Luparía es práctico y respeta las particularidades de la personalidad de cada personaje, inclusive durante los delirios inconscientes de Tincho. Uno de los grandes aciertos cómicos de Luparía es el diseño del short de fútbol- vestido de novia de Augusto Lautaro, una idea brillante para resaltar la confusión evidente en la que se veía inmerso Tincho antes de casarse con Socorro.

Jimena Repetto logró crear la trama completa de una obra teatral en la pura caracterización de los personajes. Son ellos, cada uno desde su individualidad, los que le dan forma a la historia a medida que buscan la manera más inocua para concretar sus sueños.


http://www.revistalavoragine.com.ar/revista%2023/bypas.html
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